viernes, 18 de enero de 2013

Jordi Millán.....la fe que mueve montañas.

  El domingo pasado leí en la contraportada de L´équipe, prestigioso periódico deportivo francés,  que alguien muy cercano a mi tenía pensado volver a tirarse al agua. Gran noticia pensé yo mientras degustaba un excelente croissant en una magnífica terraza parisina, mientras caía sobre mi hermoso rostro ese único rayo de sol de apenas 22 segundos que suele caer cada día por el centro de Francia.
 
¡Eres muy grande!
 
  Pero a lo que vamos, señores. No había mesa en esa terracita parisina que se precie que no comentara el retorno del tío más simpático del mundo mundial, Jordi Millán. Para mi, Millán a secas.
 
  Vaya por delante que a ´Jorge´ como lo llaman en Cataluña (ojo a la paradoja, jaja) le tengo un cariño inmenso. De corazón maravilloso de este pedazo de crack sólo puedo decir cosas increíbles.
 
  Conocí a Millán en septiembre del 2002 en Valencia. Él justo acababa de aterrizar después de haber pasado un año de penitencia en la Autónoma en la segunda división. Y no lo digo por ese equipo, el cual me parece que siempre ha tenido mucho mérito por muchas cosas que otros han querido hundir. La penitencia fue por tener que dejar su equipo de toda la vida, el Sabadell, ya que en esa época creían que no tenía sitio en su primer equipo. Cosa que con el tiempo, Millán, demostró que no era verdad. Junto a Mefroto (ambos compartimos durante dos años el mismo piso y mil y una aventuras increíbles) formamos un trío calavera sensacional. Los dos años fueron de lo mejor de mi vida pero el primero de todos no tiene parangón. En ese primer año, el de nuestro ascenso a División de Honor, ganamos todos los partidos de liga y sólo una vez ya ascendidos, nos permitimos el lujo de perder el único partido de liga en Horta. Una, por ser cortés ante mi primer equipo de la infancia y la otra porque esa jornada fue después de unas fallas por todo lo grande, jaja.
 
Esta foto es un montaje (tiene una silla debajo) pero queda de lujo.
 
  Como jugador he de reconocer que Millán me sorprendió y mucho. Era buen jugador y enseguida lo pude comprobar en persona. Se dejaba la vida entrenando. Siempre al máximo en el agua y en las pesas. Cuando uno quiere llegar a jugar con los mejores y ser uno de ellos, pero no se tienen las condiciones de los grandes jugadores, gente como Millán y Mefroto (que como yo no somos el prototipo de jugadores de waterpolo (pero cuantos los hay que aún son menos, jeje, es broma)) que entrenan tan y tan bien, te hacen mejorar y disfrutar mucho como jugador. Millán tiene algo muy especial, y es su extremada fe y confianza en si mismo. Es increíble. Es un poco cariñosamente hablando, como Cristiano Ronaldo. Que son buenos pero que como se creen mejores, aún juegan mucho mejor y más que lo que podrían llegar a jugar en condiciones normales. Este crack me abandonó para volver a su tierra, a Sabadell, y lo hacía como tocaba, por la puerta grande. En los muchos años que ha estado ahí lo ha dado todo y ha alcanzado un nivel extraordinario. Creo que en la Copa del Rey que ganaron en Alcorcón allá por el 2005 si no me equívoco, fue el máximo goleador de la Copa y creo que también mejor jugador. Lo que si tengo claro que estuvo sensacional. Parecía el gran Sapic en las superioridades por 5. Años más tarde, el pasado, y como gran capitán del equipo de toda su vida, el Sabadell, alzaba de nuevo la Copa del Rey. Sin duda, un éxito para alguien de la cantera de un gran equipo y que nunca tuvo las facilidades que si tuvieron otros. ¡Muy grande, Millán!
 
  Como persona ya lo he dejado antes muy claro. Es una persona muy cariñosa, extremadamente simpática y de gran corazón. Muy coqueto, eso sí. Estoy seguro que en otra vida era mujer de esas que se tiran horas y horas ante el espejo y probándose todo tipo de harapos, jeje. Claro, que ahora que pienso, era también un gran bailarín en la pista de baile. ¡Cuánto te enseñé, mi querido amigo! jaja.
 
  Millán y aún no sé porqué, tuvo que salir de Sabadell. Siempre he dicho que a aquellas personas, jugadores en este caso, que son de toda la vida de un club y que lo dan todo en cada entrenamiento, se merecen seguir en sus clubes hasta que ellos digan basta. Otra cosa es jugar por mucho que uno sea Messi. Si el entrenador considera que no debe jugar por lo que sea, hay que respetarlo. ¡Pero hay que conservarlos! Son el espejo de los niños.
 
  Por cierto, si yo hubiese tenido alguna vez como entrenador la capacidad económica de traerlo, este gran jugador hubiese jugado para mi muchos años.
 
  Y como anécdota, mi estimado Millán, en mi regreso estas navidades a Valencia, donde aproveché para disfrutar de un lindo paseo junto a mi bella esposa, observé con mucha nostalgia, que ya tienes una estrella en el paseo de la fama de la Ciudad del Turia. Aunque hay una cosa escrita debajo de tu nombre que no pude llegar a entender. ¿Me puedes ayudar? Ponía algo como Woody.
 
  Sé feliz, mon ami, y disfruta de esta nueva etapa al máximo...como siempre.